domingo, 5 de julio de 2009

“Las mujeres indígenas aún seguimos siendo invisibilizadas”



PAÍSES ANDINOS
Ramiro Escobar
02/07/2009



Equidad de género es asignatura pendiente en organizaciones indígenas.

"La Madre Tierra nos da la vida y también las mujeres damos la vida, por eso defender la vida es defender la Tierra", dijo Leonilda Zurita, líder de la Federación de Mujeres Campesinas e Indígenas de Bolivia Bartolina Sisa, durante la I Cumbre Continental de Mujeres Indígenas Abya Yala ("tierra viva" en idioma kuna de Panamá) realizada en la ciudad peruana de Puno, a orillas del lago Titicaca.

Dicha reunión formaba parte de la IV Cumbre Continental de Pueblos Indígenas, que se llevó a cabo del 27 al 31 de mayo en la citada ciudad. Y en este, como en otros eventos, la palabra y la presencia de la mujer indígena ya mostraban su notable relevancia, desde otra mirada, con aportes propios, con propuestas que nacen de la condición femenina, tan vinculada a la Tierra, al territorio, a la igualdad.

Para Blanca Chancoso, indígena kichwa y dirigente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), de lo que se trata es de hacer llegar "desde las mujeres, nuestra voz a diferentes instancias que son responsables de lo que ocurre en nuestros países". Esa voz emerge de manera pausada pero segura, y lo hace, como apunta Zurita, "porque sin las mujeres no hay cambio, no hay democracia, ya que es con la participación de ellas que va a haber lo que necesitan los pueblos".

Con relación a los aportes que pueden ofrecer las mujeres a los movimientos indígenas, Ivonne Yáñez, de Acción Ecológica de Ecuador, lanza una idea que, luego, sería compartida por otras mujeres presentes en esta Cumbre y en las reuniones previas al evento.

"Creo que el aporte de la mujer tiene que ver mucho con la herencia, con la identidad, con la transmisión de las tradiciones. Como están más con los niños parecen cumplir esa función a cabalidad", dice.

Las mujeres, coinciden varias líderes indígenas, están en una posición privilegiada para hacer que las costumbres, la cosmovisión, prevalezcan en el tiempo y sean absorbidas por las nuevas generaciones.

"Esa parece ser parte de nuestra tarea", sostiene Feliciana Amado, campesina de la céntrica región peruana de Ancash y dirigente nacional de la Confederación Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería (CONACAMI).

Territorio e identidad
Precisamente por ese vínculo con la continuidad, el territorio viene a ser otro asunto esencialmente importante desde el punto de vista de las mujeres, ya sean andinas o amazónicas. El acto de la transmisión de la herencia ocurre en un territorio, que significa identidad, persistencia, presencia. Y el mismo vínculo con la tierra, del que habla Zurita, resulta central, para que la dinámica de la preservación de la identidad sea posible.

De la observación de estas peculiaridades surge la pregunta: ¿Significan esas miradas femeninas una mayor influencia en el movimiento indígena continental?

Millaray Painemal, dirigente indígena mapuche de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile (ANAMURI), afirmaba que no es suficiente el reconocimiento y que "las mujeres aún seguimos siendo invisibilizadas", sobre todo en lo que respecta a presencia femenina en las dirigencias continentales.

En la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), por ejemplo, la mayor parte de la dirigencia es masculina. No parece casual y, como decía Painemal, "no se ha avanzado de manera notable en tener más dirigentes mujeres en las organizaciones". Como que la equidad de género es una asignatura aún pendiente en los movimientos.

"Esperamos que los compañeros indígenas campesinos de la Cumbre Continental recojan las propuestas de las mujeres", afirmaba Lourdes Huanca, de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú. Esta demanda era persistente, por donde se consultara en la cumbre de Puno, y estaba basada en la conciencia de que, más allá de los discursos, la "invisibilidad" femenina persiste.

Tras los sangrientos sucesos ocurridos en Bagua (nor-oriente peruano) el pasado 5 de junio, sin embargo, ocurrió un giro algo inesperado en la dirigencia indígena amazónica de este país. Alberto Pizango, el máximo dirigente de la Asociación Interétnica para el Desarrollo de la Amazonía Peruana (AIDESEP) se asiló en la embajada de Nicaragua y la conducción pasó a Dasyi Zapata, de la etnia yine, que es vicepresidenta del organismo.

Una turbulencia de tan grave naturaleza provocó esta suerte de, digamos, adelanto en el tiempo de lo que sería la plena y normal equidad de género.

Machismo y violencia familiar
Persisten, además, problemas clásicos de la condición de género, no ausentes en el mundo indígena, tales como la violencia familiar o doméstica. Más de una dirigente presente en la cumbre declaró, sin mencionar su nombre, que dicho problema, así como el machismo, también rondaba las organizaciones de los pueblos originarios.

"Algunos 'hermanos' —decía sigilosamente una de ellas— incurren en esos errores, pero las cosas están ya cambiando".

En general, además, la discriminación sigue minando las posibilidades de equidad. En Ecuador, por citar un caso, el 36% de las madres indígenas no tienen chequeo prenatal frente a 12% de las no indígenas, según datos del Banco Mundial. La ecuación indígena-pobre-mujer parece mantener una lamentable vigencia.

Ante ello, se vigoriza la organización femenina indígena, se presentan propuestas, se lucha por mayor espacio e influencia en los movimientos. Chancoso insiste en que "el poder es de todos" y que la afirmación de la presencia de las mujeres entre los pueblos originarios implica un reparto equitativo del poder entre los dos géneros.

En el horizonte del movimiento indígena parece atisbarse eso. El surgimiento de la autonomía de las mujeres en el movimiento indígena —en Puno se formó la Coordinadora Continental de Mujeres Indígenas— camina en la dirección de hacer nuevos aportes, desde nuevas miradas. Temas como la soberanía alimentaria, dentro del marco del "buen vivir" —de convivencia armónica con la naturaleza y ejercicio de derechos con respeto a la diversidad cultural—, o la biodiversidad, también parecen tener un vínculo con la especial condición femenina.

Porque si, de acuerdo con Zurita, la mujer como la tierra dan la vida, entonces la tarea por delante es esencial. Tal vez, no sólo en la región andina, el aporte femenino a la dinámica de los movimientos indígenas es una mezcla de espiritualidad y concreción, de ternura y andadura, de protesta y propuesta.

"Las mujeres vamos a estar en todos los ejes que se van a trabajar", dice Huanca. 
—Noticias Aliadas.


Fuente: http://www..noticiasaliadas.org/articles.asp?art=5894



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