martes, 24 de abril de 2007

Ellas tuvieron la palabra

CHILE
CONGRESO NACIONAL DE ANAMURI


Con un fuerte llamado a luchar, organizarse y participar, sobre mil mujeres socias de ANAMURI se dieron cita en Santiago el pasado mes de marzo. En sus historias de vida se conjugan la lucha por la tierra, el trabajo y la vivienda, junto a la necesaria emancipación de un machismo clásico que las afecta y que no distingue pueblos, colores ni territorios. Las acompañamos en el cierre de su Congreso Nacional.


Por Wladimir PAINEMAL / AZKINTUWE/ ukuMartes 24 de Abril de 2007


- Petronila Catrileo Llanquileo. Foto de W. Painemal.


(+) Entrevista con presidenta de ANAMURI




El discurso de Petronila fue todo menos ajustado al libreto. Con encendidas palabras llamó a desenmascarar las políticas del gobierno y apoyar la lucha mapuche.


ANAMURI, que nació hace ocho años con 52 asociadas en Buin. Agrupa a artesanas, productoras, recolectoras, asalariadas agrícolas, folkloristas y poetas.

SANTIAGO / Petronila Catrileo Llanquileo, presidenta de su comunidad, es una papay de la zona de Cañete y fue una de las más entusiastas participantes del cierre del Congreso Nacional de ANAMURI (Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas), realizado en el Centro Cultural Estación Mapocho en Santiago. Soslayando el documento que debía leer, no dudó en destacar la inasistencia de la Presidenta Michelle Bachelet, quien a última hora y a través de una misiva se excusó de no participar por estar de viaje en México. La "descortesía" de la primera presidenta del hemisferio no la dejó en absoluto conforme. "Ella como mujer debiera ser la primera en estar aquí junto a nosotras", gatilló Petronila desde el estrado.

El discurso de Petronila fue todo menos ajustado al libreto. El tema que las convocaba era la soberanía alimentaria, pero ella no desaprovechó su oportunidad. Con encendidas palabras llamó a desenmascarar las políticas del gobierno. Y citando ejemplos emplazó a las asistentes a respaldar la lucha mapuche, a exigir la derogación de la Ley Antiterrorista y la declaración del Lago Lleu-Lleu, amenazado hoy por empresas mineras, como patrimonio natural de los pueblos originarios. La ovación que recibió al finalizar su intervención fue generalizada. "Por eso participo en la organización, porque se que siempre encontraré solidaridad en las luchadoras mujeres de mi país", señaló desbordando alegría.

Razones tenía para estar contenta. En la declaración final del Congreso, realizado bajo el lema "es tiempo de celebrar, es tiempo de soñar, es tiempo de construir, es tiempo de sembrar, es tiempo de participar, ¡Nosotras tenemos la palabra!", quedó en pie firme la preocupación de ANAMURI por las acciones del Estado chileno y el empresariado, que "continúan desconociendo el derecho de los pueblos indígenas al territorio y a la autodeterminación, mantienen la usurpación de los territorios ancestrales y aplican políticas de represión injustificables a través de la Ley Antiterrorista y otras normas". No se quedaron las dirigentas campesinas en la constatación de los hechos. Acto seguido, hicieron un llamado a "luchar por el reconocimiento del derecho de los pueblos indígenas, incluyendo la devolución de sus territorios ancestrales".

Petronila se veía orgullosa tras leer el tenor de la declaración. Y es que a pesar de la alta presencia de mujeres indígenas en la principal sindical "femenina" del país, no ha sido del todo fácil introducir sus temáticas de pueblo. "Las demandas muchas veces no son las mismas", nos aclararía en entrevista con Azkintuwe, Florencia Arostica, Presidenta de ANAMURI. "Las mujeres indígenas no están pidiendo que le arreglen la casa o el agua potable, están pidiendo cambio en las políticas de este país", destacaría (Ver Entrevista). Todo un desafío entonces para delegadas como Petronila, quien logró – apoyada por cientos de mujeres indígenas presentes en la Estación Mapocho- plasmar sus demandas en la declaración final del histórico Congreso.

Campesinas, pero mapuches


Petronila pertenece a la organización "Rayen Voigüe". No fue fácil organizar a las mujeres de su territorio, nos comenta. Una de las dificultades fue romper con cierto modelo "tradicional" que plantea que la mujer debe permanecer en casa, "cuidando al marido y haciendo la comida". Petronila refleja en su mirada firme aquella primera lucha de emancipación que les tocó enfrentar. Hoy es una activa participante de su organización, respetada y valorada por la claridad y fuerza con que transmite sus ideas. Viajó con varias de sus compañeras, dispuestas a participar, pero también a mostrar y vender lo que producen en su lugar. Son expertas en sobrevivir y en planificar. Desde parar la olla en la casa, hasta convocar Congresos Regionales donde discuten de los nocivos efectos de los cultivos transgénicos.

Petronila nos cuenta que ellas se organizaron primero como mujeres mapuche y a poco andar se asociaron con la red nacional de ANAMURI. "Nos gusta participar en ANAMURI, toda la organización mía participa, no por voluntades individuales, sino porque pensamos que -como es una organización nacional- va a darle más peso a nuestra palabra y a nuestras propuestas. Las mismas mujeres a veces no nos creemos el cuento de organizarnos, nos cuesta dar ese paso. Debemos hacerlo pienso yo, organizarnos por nuestro pueblo o por último por recuperar nuestra cultura y mantenerla, porque en mi comunidad al menos la cultura está casi perdida y eso es triste para uno", relata. La participación de estas mujeres en organizaciones campesinas nacionales no ha estado exenta de complicaciones.
"Nuestra demanda es que seamos respetadas como mujeres y como mapuches, queremos que nos escuchen y que nos respeten con nuestras opiniones. Somos mujeres, campesinas, pero mapuches, tenemos una cultura, una identidad propia y buscamos ser autónomos", recalca la dirigenta. "Espacios de participación dentro de ANAMURI han habido -agrega-, pero son conquistas nuestras. La culpa a veces es de uno mismo. Muchas veces hemos dejado que ANAMURI haga las cosas y nosotras quedamos de ladito, esperando". Eso quieren cambiar. Por ello, previo al Congreso, se reunieron como indígenas en Copiapó para discutir sus propias demandas. "Se reunió la Comisión Indígena y sacamos un documento, que es para presentarlo a la Presidenta de la Republica", señala Petronila orgullosa.
"Las mujeres mapuches han perdido muchas veces, porque no saben organizarse para sacar propuestas. Hay pocas organizaciones de mujeres, las organizaciones en su mayoría son mixtas. Conozco algunas hermanas que tienen miedo de organizarse, porque si tu dices algo, eso le puede molestar al vecino. Yo ya llevo 5 años como dirigenta. Yo pienso a veces que me eligieron de presidenta para burlarse, pero no fue así, porque ahora me respetan todos". ¿Puede una mujer liderar una comunidad tan bien como un hombre?, preguntamos buscando provocar. Sorprendida por el machismo explícito de la pregunta, reflexiona un par de segundos y sin aviso previo dispara.
Mujeres de armas tomar
"De los años en que ha habido dirigentes hombres, ellos han perdido territorios. Desde que yo soy presidenta hemos recuperado tierras. El 12 de octubre hicimos la toma de un terreno, donde un señor plantó pinos a la ladera del río. Nosotros dijimos, nos van a contaminar el agua, va a contaminar nuestro suelo y listo, pocas palabras y nos tomamos el terreno. Son 160 hectáreas que tomamos, yo adelante con mi gente. Y doy gracias porque toda la comunidad estuvo conmigo, estuvimos desde las 6 de la mañana, empezamos a cortar el camino, hicimos un Llellipun y Dios quiera que podamos recuperar esa tierra, que aún estamos peleando", nos responde, risueña y todo.

Petronila sorprende por su fuerza y por aquella sonrisa a flor de piel que difícilmente puede borrar de su rostro. Incluso cuando emplaza a la presidenta Bachelet y sus políticas de represión contra comunidades y dirigentes tradicionales. Petronila sabe de todo eso. No porque se lo hayan contado o lo haya visto por televisión. Basta decir que proviene de Cañete, la zona que el Ministerio del Interior decidió militarizar desde enero pasado para "prevenir ataques de mapuches", tal como señaló muy suelto de cuerpo el Subsecretario Felipe Harboe. "Yo le pido a la presidenta y al Estado que no nos sigan llamando terroristas", demanda Petronila. "Esperamos que mejor acoja nuestra peticiones como pueblo indígena y que nos respete, por eso estamos acá, para que nos escuchen", nos dice.
Varias cosas pensaba ella, a nombre de su organización, plantearle a la primer mandataria. Por eso le molestó su inasistencia. "Para mi no es aceptable una carta, ella tiene que escuchar con sus propios oídos las peticiones que los pueblos originarios le estamos haciendo. Yo quería decirle los problemas que tenemos con el lago Lleu-Lleu, con la minera, el problema de los presos políticos de mi pueblo. Los mapuche nunca hemos sido terrorista, la palabra terrorista la trajeron ellos, antes nosotros no peleábamos, éramos felices porque teníamos tierras. A ellos solo les interesa el billete, ellos progresan y nosotros seguimos siendo los más pobres entre los pobres". "Yo espero que de una vez por todas dejen de perseguir a los dirigentes, nosotros no estamos haciendo nada malo", recalca antes de despedirse.
El retorno a Mapocho

Buscando otras voces en el Congreso nos encontramos con Eliana Catalán, delegada de la IX Región en representación de la organización de mujeres Weichafe Zomo. Para esta dirigenta, el tema mapuche debe salir del círculo casi cerrado donde da vueltas y comenzar a incorporar nuevas demandas relacionadas con aspectos más de fondo y que afectan a todos los habitantes del país por igual. "Nosotros tenemos que estar en todas las instancias de los pueblos indígenas y también de los no indígenas. Todo lo que se planteó en este Congreso son temas transversales a nuestros pueblos, no importa si eres mapuche, aymara o chilena, aquí se denunciaron situaciones que nos afectan sin distinción. Esto es parte de un sistema económico neoliberal y ante eso debemos tener claridad", señala enfática.

De allí su satisfacción por las declaración final. Considera que se incorporaron elementos que para ella son sumamente importantes, como por ejemplo, la demanda por cambiar el sistema económico neoliberal, la derogación del sistema binominal de elecciones, además de una serie de demandas y reivindicaciones más locales y propias de las campesinas del país. Eliana se declara conforme también con la masiva participación de las delegaciones y en especial, con la "buena relación existente entre mujeres indígenas y no indígenas". No fue casual la alta convocatoria lograda en Santiago, que incluyó representantes de Argentina, Brasil, Haití, India, Paraguay, Perú, Suecia y Uruguay. Se trató más bien del resultado de un amplio proceso de debate iniciado en abril de 2006 y que implicó la realización de numerosos encuentros locales, comunales, provinciales y regionales.
En cada uno de estos encuentros -nos cuenta Eliana- las socias de ANAMURI debatieron los principales problemas que enfrentan las mujeres campesinas e indígenas en el país, esto frente a las autoridades y organizaciones amigas de cada localidad. Esto, a juicio de la dirigenta, habría permitido enriquecer las propuestas y aumentar el nivel de participación a nivel de las organizaciones de base. No se trató en los hechos de un Congreso de dos o tres días debatiendo una agenda acotada de temas. "ANAMURI hizo una gran apuesta por el debate y la reflexión a nivel local, poniendo como eje el tema que nos moviliza como organizaciones campesinas hoy en día: la Soberanía Alimentaría para nuestro país", subraya. De allí - reconoce- la elección de la antigua Estación Mapocho como sede del cierre del Congreso.
"Para las mujeres campesinas la Estación Mapocho fue por tradición el primer acercamiento del campo a la ciudad, fue desde allí que los y las campesinas trajeron sus productos para ofrecerlos a la ciudad", argumentaron los organizadores en uno de los comunicados previos a la reunión. Y no se quedaron en declaraciones. Durante tres días, las socias de ANAMURI inundaron la vieja estación de ferrocarriles -hoy transformada en Centro Cultural- con aromas, colores y sabores producidos en sus propios territorios. Hortalizas, vegetales, flores, productos procesados, yerbas medicinales, artesanías, comidas típicas campesinas e indígenas, deleitaron a todos los presentes. "Todo producido sin agrotóxicos, en forma natural, con semillas curadas tal como nos enseñaran nuestras abuelas", destacaron orgullosas


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