viernes, 23 de marzo de 2007

Declaración Final del Primer Congreso Nacional de ANAMURI

Queridas amigas,  adjunto la declaración final del Congreso de ANAMURI, donde participaron: Roxana, Yamile, María Isabel y Silvia Fuentes.
 
ukhamawa noticias
23 de marzo de 2007
 



Las mujeres rurales e indígenas de Chile hemos completado un año de
Congreso Nacional. A través de la Asociación Nacional de Mujeres
Rurales e Indígenas, ANAMURI, en los últimos doce meses, desde el 21 de marzo
del 2006 al 21 de marzo del 2007,  nos hemos juntado en localidades a
lo largo y ancho del país para reflexionar sobre las condiciones de vida y
trabajo en el campo y en el país en su conjunto, sobre lo que queremos
para nuestro futuro y para nuestro país.

Fue un año de grandes esfuerzos y mucho trabajo, repleto de sueños,
esperanzas, reflexiones y solidaridad. Dimos muestras claras que las
mujeres somos capaces de organizarnos y luchar, de continuar
produciendo alimentos y manteniendo la riqueza cultural de nuestro país y nuestros
pueblos. Pudimos confirmar que los movimientos sociales de Chile y del
mundo están renaciendo con fuerza y, al igual que nosotras, están
dispuestos a luchar por los cambios que deseamos. Recibimos muestras de
solidaridad de muchos lugares del mundo y nos dimos cuentas que
nuestros sueños y nuestros problemas son comunes con los de muchos pueblos y
movimientos.

Durante este año, las mujeres nos tomamos la palabra. Esto es lo que
vimos y concluímos:

1. La agricultura campesina e indígena ha sido históricamente la fuente
más importante de alimentos sanos y variados para toda la población, no
sólo la rural. Sin embargo, vemos que la agricultura campesina e
indígena está siendo sistemáticamente destruída, producto de los
procesos de privatización, la invasión y los abusos por parte  de las
grandes empresas nacionales y transnacionales y un conjunto de
políticas públicas que se empeñan ciegamente en entregar el país a los
empresarios. Vemos el intento de convertir a Chile en "potencia
agroalimentaria" a través del "encadenamiento productivo" como una
amenaza grave e intolerable a nuestra forma de vida y producción.

2. La destrucción de nuestra agricultura pasa por la destrucción
igualmente sistemática de nuestra identidad y nuestra cultura. Intentan
por todos los medios hacernos invisibles, negándonos incluso el nombre
de campesinos y pueblos indígenas. Nuestros hijos son educados para
renegar de nuestros saberes y de nuestro trabajo, para abandonar el
campo y convertirse en mano de obra barata y sin derechos.

3. El Estado Chileno y el empresariado continúan desconociendo el
derecho de los pueblos indígenas al territorio y a la
autodeterminación, mantienen la usurpación de los territorios ancestrales y aplican
políticas de represión injustificables a través de la ley
antiterrorista y otras normas.

4. Las mujeres somos permanentemente invisibilizadas. Históricamente se
nos ha negado el acceso a la tierra, y las actuales políticas y
programas de asistencia técnica y crédito son insuficientes y la
mayorías de las veces inadecuados. Las políticas sociales no toman en
cuenta que trabajamos dos o tres jornadas, y no se nos considera
productoras.

5. Chile es un país gravemente contaminado, porque la actividad
industrial, especialmente de las empresas forestales, mineras,
eléctricas y pesqueras, no se regula ni fiscaliza. La CONAMA no
fiscaliza adecuadamente ni cumple con su papel de proteger el medio
ambiente. La participación de la ciudadanía en la protección del
medioambiente es reprimida.

6. La destrucción del medioambiente ha deteriorado muchísimo nuestras
condiciones de vida y de trabajo. Nos parece muy grave que el agua sea
cada vez más escasa; incluso ya es escasa el agua para beber.

7. La privatización del agua sólo ha agravado los problemas de
contaminación y desaparición del agua. Han desaparecido vertientes,
arroyos, ríos y glaciares.

8. La privatización de los océanos ha hecho que muchos pueblos costeros
queden sin trabajo ni alimento, y ha empeorado la alimentación de todos
los chilenos.

9. Los campesinos e indígenas tenemos poca tierra, y la estamos
perdiendo aceleradamente, producto  de la contaminación, la falta de
agua y el endeudamiento. Los programas de asistencia técnica, de INDAP,
Programa Orígenes y otros, sólo han agravado el endeudamiento y la
pérdida de nuestros recursos. Producto del endeudamiento, las mujeres
quedamos especialmente desamparadas, sin acceso a nuevos créditos ni a
la asistencia técnica.

10. Las condiciones laborales en el campo son cercanas a la esclavitud.
No se respeta los pocos derechos laborales que aún tenemos, reprimen
nuestras organizaciones, nos pagan sueldos miserables y nos hacen
trabajar en condiciones peligrosas e indignas. Chile es país
agroexportador sólo gracias a la explotación extrema de los
trabajadores y especialmente las trabajadoras agrícolas.

11. Las mujeres del campo no tenemos derecho a la previsión ni a una
jubilación digna. Consideramos que la propuesta que las mujeres jubilen
a los 65 años es inaceptable.

12. Los servicios públicos en el campo son de mala calidad. La
educación, la salud, la asistencia técnica, los créditos, los caminos y
el transporte se diseñan e implementan sin respeto por nuestras
necesidades, nuestras condiciones de trabajo, nuestra cultura o
nuestros saberes. Cada vez más, los servicios públicos están al servicio de los
empresarios.


Considerando todo lo anterior, hemos tomado un conjunto de resoluciones
que damos a conocer al país en un documento aparte. Entre nuestras
principales resoluciones, hemos decidido:

1. Reiterar nuestro rechazo al neoliberalismo y continuar luchando
hasta que nuestro país adopte otras formas de organizar su agricultura y su
economía. Lucharemos igualmente por la revisión y derogación de los
tratados de libre comercio.

2. Apoyar las demandas por un cambio constitucional que, entre otros,
termine con el sistema binominal, que sólo agrava los problemas de
falta de democracia en Chile y beneficia exclusivamente a los grandes grupos
económicos. Exigir la derogación de la ley antiterrorista.

3. Luchar por que se lleve a cabo un programa amplio de Reforma
Agraria, que entregue tierras a  campesinos y pueblos indígenas, con un cuidado
especial por garantizar la entrega de tierras a mujeres y jóvenes.

4. Luchar por el reconocimiento del derecho de los pueblos indígenas a
la autonomía y autodeterminación, que incluya la devolución de los
territorios ancestrales a los pueblos indígenas.

5. Reafirmamos nuestra identidad como campesinas, como indígenas, como
mujeres. Nos comprometemos con defender el derecho y el deber de
continuar produciendo alimentos para nosotros y el resto de los
chilenos. Nos comprometemos con una agricultura sin agrotóxicos, con la
defensa de nuestras semillas,  nuestros saberes y nuestra cultura, en
contra de las semillas transgénicas y los monocultivos. No queremos ser
potencia agroexportadora. Rechazamos el encadenamiento productivo y
seguiremos luchando por producir de manera libre y de acuerdo a
nuestros principios. Lucharemos por la soberanía alimentaria como un derecho
fundamental de los pueblos.

6. Lucharemos por cambios en las políticas agrícolas hasta contar con
políticas que fomenten y protejan la agricultura familiar campesina y
garanticen que los servicios públicos, especialmente el INDAP,
favorezcan a los pequeños agricultores y  no discriminen a la mujer y a
los jóvenes. Exigimos una solución real al problema del endeudamiento
campesino y que el INDAP asuma la responsabilidad que le cabe en la
creación de este problema.

7. Demandamos y lucharemos por una reforma al Código de Aguas que
responda a las prioridades de las comunidades y de las personas,
reconociendo el agua como un patrimonio común, derogando e impidiendo
su privatización.

8. Lucharemos por una ley del medioambiente que garantice la efectiva
participación ciudadana, que prohíba las actividades contaminantes y
obligue a la fiscalización efectiva. Queremos la derogación del decreto
701 y que se fomente la plantación de bosque nativo. No queremos más
pinos y eucaliptus.

9. Exigimos y lucharemos por un sistema de educación público, accesible
a todos los niños y jóvenes, que respete nuestras culturas y que apoye
que los jóvenes permanezcan en el campo. Queremos una educación técnica
y agrícola respetuosa con el medioambiente  y con nuestros saberes.

10. Exigimos y lucharemos por un sistema de salud público,  digno y
solidario, al alcance de todos,  que proteja efectivamente contra los
agrotóxicos y otras formas de contaminación.

11. Exigimos un sistema previsional público y solidario, jubilación
digna y garantizada para todos y jubilación más temprana para las
mujeres del campo.

12. Agradecemos las múltiples muestras de solidaridad que recibimos de
otros movimientos sociales e instituciones. Reiteramos nuestra decisión
de seguir luchando de manera unitaria, uniendo nuestros esfuerzos y
luchas con los de otros movimientos campesinos e  indígenas de todo el
mundo y con otros movimientos sociales que hoy están resurgiendo, para
continuar la senda de globalizar la lucha y globalizar la esperanza.

¡Es tiempo de soñar! ¡Es tiempo de sembrar! ¡Es tiempo de construir!
¡Es tiempo de participar! ¡Es tiempo de luchar!

¡Las mujeres continuaremos teniendo la palabra!

Asamblea del Primer Congreso Nacional de ANAMURI

Santiago, 23 de marzo de 2007


 
 

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