martes, 2 de julio de 2013

ANAMURI: Quince años junto a las mujeres rurales

ANAMURI es un nombre que parece emerger de inmediato cuando hablamos de mujeres rurales e indígenas y de su particular lucha, una que es menos visible que las de las mujeres urbanas, pero que ha hecho historia defendiendo sus derechos y hoy trabajando por la soberanía alimentaria.


ANAMURI, Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, tiene como esencia contribuir al desarrollo integral de las Mujeres Rurales e Indígenas, colocando énfasis en sus condiciones laborales, económicas, sociales y culturales, a través del fortalecimiento de sus organizaciones. Todo su quehacer se fundamenta en la construcción de relaciones de igualdad, considerando la condición de género, clase y etnia, en un contexto de relaciones de respeto entre las personas y la naturaleza.

Las integrantes de ANAMURI representan una rica diversidad: son campesinas productoras, asalariadas agrícolas y temporeras, crianceras, artesanas, pescadoras, cultoras del folklore y las tradiciones de nuestro campo. Integra organizaciones y mujeres provenientes de localidades rurales y comunidades indígenas asentadas desde la Región de Tarapacá hasta la región de Los Lagos, es decir, es una organización nacional que recoge la diversidad de realidades del mundo rural desde la perspectiva étnica, laboral, cultural y geográfica.

Sus líneas de acción en la actualidad se orientan a la representación, defensa y promoción de los derechos de las mujeres campesinas e indígenas, formación y capacitación, estrategias comunicativas, generación de espacios de participación para influir en las políticas públicas, sociales y culturales, promoción de la solidaridad en las mujeres campesinas e indígenas y la implementación de la agricultura orgánica y sustentable, rechazando el uso de agro tóxicos, semillas modificadas genéticamente y los transgénicos.

Su rol en la soberanía alimentaria

Estas líneas de acción están orientadas por algunos sustentos valóricos claves como la soberanía alimentaria, que se puede definir como el derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas agropecuarias. En materia de alimentación, a proteger y reglamentar la producción agropecuaria nacional y el mercado doméstico a fin de alcanzar metas de desarrollo sustentable, a decidir en qué medida quieren ser autosuficientes, e impedir que sus mercados se vean inundados por productos excedentarios de otros países que los vuelcan al mercado internacional mediante la práctica del "dumping". ¿Es este un límite al comercio internacional? No, porque la soberanía alimentaria defiende la opción de políticas y prácticas comerciales que sirvan a los derechos de la población a disponer métodos y productos alimentarios inocuos, nutritivos y ecológicamente sustentables, y no a los derechos de la empresa o las transnacionales.

Dentro de esta perspectiva el trabajo de ANAMURI ha destacado en valorar las semillas como Patrimonio de los pueblos. La idea es rescatar las semillas naturales libre de la prisión de las patentes, pero además promover el conocimiento de la cultura ancestral en relación a la agricultura orgánica ajena a las semillas transgénicas, pesticidas, abonos químicos y venenosos.

De esta manera, la soberanía alimentaria es un derecho de los pueblos a producir de acuerdo a prácticas que vienen definidas por valores, conocimientos, creencias, rituales pertenecientes a su cultura y de acceder a alimentos sanos y nutritivos sin ningún tipo de obstáculo o presión política, económica o militar.

Otra sustento valórico clave ese el Tribunal Ético, definido como una denuncia civil a la vulnerabilidad de los derechos laboras de las mujeres trabajadoras asalariadas agrícolas por parte de las trasnacionales, para ello considera los casos de abuso más sentido por las mujeres que ahí trabajan, como el uso de los plaguicidas y agro tóxicos, con la finalidad de visibilizarlos en la opinión pública.

Para conocer más de ANAMURI visita su página web http://www.anamuri.cl/
 
Fuente: Mapuexpress.net
Difunde: Ukhamawa Noticias
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