Desde 2006, radio Atipiri (vencedor) forma "comunicadores populares", féminas de polleras que redactan sus propios libretos |
Mujeres aymaras al micrófono |
"Este proyecto surge a la cabeza de Donato Ayma, cuyo objetivo era llenar el vacío comunicacional que tienen las poblaciones aymaras tanto en el campo como en las ciudades".
Tania Ayma dirige el radiodifusor Atipiri (el vocablo aymara significa vencedor) que se emite en el dial 840 AM. El medio de comunicación, ubicado en la zona del mismo nombre en el Distrito 8 de El Alto sobre la carretera a Oruro, tiene la finalidad de democratizar la comunicación para las mujeres aymaras inmigrantes que habitan en esta urbe.
A través de la frecuencia de 13 kwps (kilovatios de potencia), que le permite llegar hasta Sapecho (Palos Blancos) y cubrir parte de Caranavi, se intenta que la gente emita sus mensajes mediante las ondas radiales.
El lema de la emisora de ondas auditivas es: "Yo siempre te he oído, ahora te toca escucharme".
Cada año, desde 2003, la organización no gubernamental (ONG) Centro de Educación y Comunicación para Comunidades y Pueblos Indígenas (Cecopi), que acoge a Atipiri, ha capacitado a un promedio de 200 mujeres aymaras campesinas. El pico más alto se tuvo en 2004, cuando se formó a 300 féminas.
Ellas aprendieron a perder el miedo a hablar y a sentirse escuchadas por sus pares y por su entorno, a prender los equipos de transmisión, a redactar sus libretos, a tomar el micrófono, a entrevistar a sus vecinos, a editar las notas y a emitirlas al aire.
Atipiri no puede albergar a todas las formadas, de modo que ella rotan cada año por grupos. En esta gestión, por ejemplo, ellas producen y dirigen dos programas: Mujeres vencedoras, conducida por 20 inmigrantes aymaras que tocan temas barriales y que se transmite de 17.00 a 18.00 todos los días.
El otro es Jóvenes en onda, en la que participan 18 mujeres adolescentes que tocan temas de salud, de sexualidad, tiempo libre y problemas colegiales. Se transmite de 14.00 a 16.00.
Una radionovela
Otro trabajo destacado por Ayma es la producción de radionovelas. La más reciente se llama Con nombre de mujer, que aborda la salud sexual y reproductiva y el derecho de las mujeres a decidir la cantidad de hijos que quieren tener.
El argumento fue elaborado por las mujeres aymaras que fueron capacitadas en producción radial. Refleja vivencias de grupos de adolescentes y mujeres que se atrevieron a contar sus historias de vida.
En los capítulos radiofónicos se comparte con los radioescuchas problemas de reflexión sobre las violaciones que soportan un promedio de siete de cada diez niñas inmigrantes aymaras dentro del propio seno familiar, hecho que lleva a las víctimas, incluso —refiere la directora—, a considerarlas como "natural" en algunos casos.
Con nombre de mujer confronta a las mujeres de origen aymara con su propia realidad para que tomen la palabra y puedan expresarse con sus pares y generar un diálogo constructivo al interior de sus familias.
Ayma destacó: "Los colectivos marginados del discurso mediático tradicional dejan de ser sólo receptores y tienen acceso a emitir mensajes propios, relativos con su identidad cultural".
Los avances
Como producto de esta capacitación a mujeres inmigrantes, dos de ellas incursionaron de manera profesional en radiodifusoras: Máxima Chura, en una radio Católica, y Dionisia (cuyo apellido no se acordó Ayma), en una emisora alteña.
Atipiri también implementó talleres donde se capacita a los vecinos de la zona en estos mismos temas, a través de un equipo multidisciplinario que busca que ellos sean capaces de analizar los hechos cotidianos.
La demanda vecinal se hizo tan fuerte, que Cecopi tuvo que abrir talleres de capacitación técnica que permitan a las mujeres y a los jóvenes contar con estrategias laborales de sobrevivencia.
La capacitación posibilitó que estas mujeres y varones sean elegidos representantes vecinales y que puedan revelarse ante la imposición varonil que no les dejaba tomar decisiones.
Atipiri es parte de Cecopi, que desde 2003 trabaja con diversos proyectos comunicacionales con la intención de lograr la participación de la población. En 2006 consolidó el proyecto radiofónico. Trabaja de manera conjunta en la promoción y fortalecimiento de la cultura aymara, ejes con los que capacitan a los denominados "comunicadores populares".
Atipiri es autónoma e independiente, aunque está asociada a la Radio y Televisión de Sevilla, España, con la que comparte sus objetivos formativos. El interés de Atipiri está focalizado en los usos y costumbres de la cultura aymara —dijo Ayma—, que se caracteriza por la tradición oral.
"Llegué a amar a la comunicación al lado de mi padre"
Tania Ayma es una mujer apasionada por los temas que le toca enfrentar en su vida cotidiana y en el ámbito profesional. Relata que obtuvo el amor por la comunicación al lado de su padre, el comunicador social aymara Donato Ayma.
"Desde niña acompañé a mi padre", cuenta, a tiempo de recordar que junto a él conoció cabinas radiales y tuvo acceso a libros referidos a la comunicación social, además de haber participado de cerca con investigadores antropológicos que venían desde Europa a Bolivia para apreciar la realidad en la que se desenvolvía el país en la década de los 70.
La directora de la radio Atipiri afronta la realidad de la manera más sencilla posible, pero reconoce que le falta fortaleza espiritual y que trata de buscarla cuando se quebranta al ver dramas humanos en la ciudad de El Alto. Dentro de su vida aún quedan muchos sueños por cumplir, como el logro de la consolidación de espacios alternativos sólidos destinados al servicio de las mujeres aymaras, proceso dentro del cual la figura de su madre ha sido y sigue siendo un referente de fortaleza.
Para Ayma, el trato con el resto de las mujeres se basa en la imagen de su madre, pues trata de verla en cada una de ellas. Es así que lucha día a día por darles un mejor mañana con el incentivo de estudios escolares, o bien con la dotación de conocimientos laborales que les permitan surgir económicamente junto con sus familias, generando sus propias fuentes de trabajo.
Atipiri, una zona de inmigrantes
Atipiri, que en principio fue una zona agrícola y de pastorero para los animales de los pobladores de Achocalla, es hoy una urbanización más de la ciudad de El Alto. Fue fundada el 4 de septiembre de 1984 y está situada en el sector Senkata, Distrito 8. La mayoría de su población es inmigrante aymara.
De acuerdo con las escrituras que poseen los actuales propietarios de los terrenos de la zona, la comunidad era llamada inicialmente Altusanpampa (pampa de los altos), sitio que con el paso del tiempo se convirtió en la hacienda de la familia Sagárnaga.
Atipiri, al igual que otras 12 zonas aledañas, se va poblando con casas de adobe en medio de calles polvorientas, que en la época lluviosa se transforman en lodazales.
Al momento, la zona no tiene los servicios básicos, como alcantarillado o alumbrado público.
Cuenta con una unidad educativa fiscal, además de un centro sanitario y tres canchas de tierra, obras que fueron posibles debido al esfuerzo comunal de sus pobladores.
La radio, a través de las bocinas que tiene instaladas en varios sectores del barrio, informa de los derechos que poseen los vecinos de acceso a los servicios básicos. Gracias a su participación se logró que la línea de minibús que transporta a los vecinos trabaje hasta pasadas las 19.00.
La población tiene varias estrategias de sobrevivencia colectiva. Por ejemplo, de forma recurrente retornan a sus tierras de origen para recoger el fruto de la siembra, faenas en las que también se involucra a los menores de edad.
http://www.laprensa.com.bo/sabatino/04-04-09/04_04_09_edicion1.php
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